EL INESTABLE ESCENARIO ELECTORAL
Definitivamente el país está entrando en un proceso electoral no convencional. La dinámica política cambia el escenario electoral a cada instante y los protagonistas parecen disfrutarlo. Tras un intenso y prolongado conflicto político, la confrontación entre oposición y gobierno mantiene la intensidad provocando una tensión política que acelera la incertidumbre social porque el futuro de la nación luce incierto ante un escenario electoral muy inestable.
Interpretar el escenario electoral exige revisar minuciosamente el desafio planteado para cada actor en el contexto de una confrontación que conduce el país a un futuro incierto y una significativa parte de la población siente que las instituciones públicas y privadas están desquebrajadas. Que hay una manifiesta desconfianza en los organismos electorales y el Poder Judicial. Los partidos políticos no son percibidos como los actores fundamentales del sistema democrático, son franquicias ajenas a los ciudadanos. El liderazgo político es visto como mafias o castas burocráticas que solo trabajan para mantener privilegios. Las redes sociales han adquirido un desafiante poder que les permite divulgar hechos y acontecimientos con la misma fuerza que pueden ser utilizadas para desprestigiar personalidades e instituciones. El Estado Nacional ya no es apreciado como el gran benefactor porque la crisis económica no le permite atender las demandas de la población. Esa debilidad y tendencia a la disolución del espacio político e institucional no encuentra alivio en un fortalecimiento de la sociedad civil porque ésta ha sucumbido a los efectos perversos de una oposición que no ha tenido escrúpulos para invocar la intervención extranjera y la aplicación de sanciones contra la nación contribuyendo al deterioro del Estado de Bienestar Social y la drástica caída de la calidad de vida.
En este contexto, la oposición esgrime que la voluntad de cambio de la población es indetenible y el gobierno responde mostrando una Venezuela en absoluta normalidad con pleno abastecimiento de alimentos, bienes y servicios, aunque sean accesibles solo a una parte de la población. De manera reiterada, los voceros más calificados del chavismo señalan que aquellos que han solicitado sanciones contra el país no tienen posibilidades de ocupar espacios políticos por voluntad popular porque son los responsables del deterioro de la economía y el sufrimiento del pueblo. Sin embargo, esa oposición ha logrado reconocimiento nacional e internacional y reitera su compromiso con la vía electoral.
Analistas electorales y observadores políticos, sostienen que la necesidad de cambio ha tocado hasta las bases del chavismo que comienza a evidenciar desaliento y agotamiento. Ante lo cual, el Gobierno Nacional responde impulsando la consulta popular, la movilización permanente y la discusión sobre las demandas de la población. Su objetivo inmediato es mantener la estabilidad política como condición para avanzar en la recuperación del aparato productivo, pero la burocracia demuestra su falta de iniciativa para innovar y ofrecer algo que impacte a la población y repercuta sobre la preferencia electoral.
La oposición carece de un proyecto de país que le permita capitalizar el descontento popular y se diluye en su diatriba interna tratando de superar contradicciones para consolidar una candidatura improvisada, inscrita a contracorriente. Una candidatura que no tiene un discurso cónsono con la situación del país y no demuestra solidez para enfrentar un proceso electoral con características muy particulares. Tampoco representa al mesías que el pueblo sigue esperando.
Las Elecciones Presidenciales siempre provocan un considerable nivel de incertidumbre social, pero la tensión política viene dada por la inestabilidad de un escenario electoral que demuestra que los actores políticos no se reconocen mutuamente. Ese clima político presagia una creciente desconfianza durante el proceso electoral.
“No hay duda. El pueblo es paciente y confiado. Con razón o sin ella se siente dueño de los mecanismos de respuesta establecidos y confía en la capacidad de utilizarlos adecuadamente. Es empujado hasta el borde del despeñadero, más no se desespera; conserva la cabeza despejada para estar atento al diseño del porvenir sin caer en provocaciones”.
Alfredo Maneiro