La trata y tráfico de personas, un flagelo silencioso

Mientras la pandemia del COVID profundiza la situación imperante en Venezuela, y con el éxodo masivo de nuestros compatriotas en busca de una mejor calidad de vida, uno de los delitos que de manera silenciosa ha escalado en nuestra sociedad es la trata de personas con fines de explotación sexual, y trabajos forzados, constituyendo una de las violaciones graves de los Derechos Humanos que afecta principalmente a nuestros jóvenes.

Cualquier persona puede caer en las redes de tratantes. No importa tu edad o tu condición económica. Los tratantes se aprovechan de la ingenuidad, el estado psicológico y necesidad de las personas; te venden sueños e ilusiones para después explotarte.

La trata de personas es uno de los peores crímenes contra las personas ya que vulnera el derecho a la libertad, la dignidad e incluso a la propia vida. Sus consecuencias individuales, familiares y sociales son devastadoras y destructivas; convierte a las personas en objetos de esclavitud y comercio y causa profundos e irreparables daños a las familias.

La proliferación y captación de jóvenes de cualquier sexo por organizaciones criminales se valen de múltiples estrategias tales como el abordaje personal, a través de las agencias de empleo informales, a través de medios de comunicación y sus anuncios publicitarios, ofertas de trabajo engañosas, entre otros, en los que les plantean un nuevo futuro lleno de éxitos en otras naciones, con el solo objetivo de captarlos.

Y una vez que caen en sus redes la realidad es otra, ya que son esclavizados y obligados a realizar trabajos humillantes bajo amenazas graves sobre su integridad física y como se encuentran en una situación vulnerable, por lo general, sin tener los medios económicos, ni a quién recurrir en países extraños, son presa fácil de esas organizaciones criminales.

El desarrollo tecnológico, la falta de control transfronterizo y la corrupción han sido factores que han posibilitado que la trata de personas con fines de explotación sexual y trabajos forzados, sea considerada uno de los flagelos que de manera silenciosa está haciendo graves daños en nuestra sociedad.

Desde la perspectiva de los derechos humanos cualquier persona puede ser víctima de la trata de personas con fines de explotación sexual y trabajos forzados, por ello generalmente se usa un lenguaje neutral e inclusivo.

Ahora bien, los reclutadores utilizan varias técnicas para el logro de sus objetivos. La primera de ellas es el cambio de vida. Muchos adolescentes se sienten solos por motivos de discriminación, desavenencias familiares o difusiones familiares, aunado a esta situación y la baja autoestima o trastornos de la personalidad, al percibir estas circunstancias, los reclutadores buscan un acercamiento con sus futuras víctimas prometiéndoles una amistad desinteresada con palabras y tratos de afecto y protección.

Otro de los aspectos que se abordan desde esta perspectiva doctrinal, es la criminalización de las víctimas. No resulta extraño que una víctima de trata de persona con fines de explotación sexual o trabajos forzados, sea condenada por inmigración ilegal o prostitución sin una investigación previa que demuestre la condición de víctima de la persona objeto de la trata de personas.

En tal sentido, recae en el Estado la obligación de velar por sus conciudadanos, y los gobiernos correspondientes deben incluirla como parte de sus programas políticos. Consecuentemente, deben crearse normas ajustadas a la grave realidad imperante del caso, que permitan prevenir este flagelo que de manera silenciosa está ocasionando graves daños en nuestra población y, sancionar de manera enérgica a los responsables de estos delitos, así como crear instituciones y leyes que protejan efectivamente a las víctimas producto de estas organizaciones criminales.

Autores: Elisam Nasser V- 8.881.610 Ilyimary Hernandez V-11.998.453

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