Edición DigitalEditorialOpinión

Los Tips de Elias Rojo

1.- A 7 DÍAS DE LA BATALLA FINAL, EL PSUV BUSCA LA VICTORIA PLENA Y LA OPOSICIÓN SE AFERRA A SUS REDUCTOS. El proceso electoral que está culminando redefine el tablero político del estado Bolívar. Con el PSUV proyectado a conquistar la totalidad de las alcaldías, se consolida un nuevo escenario institucional de hegemonía bolivariana, con implicaciones directas en la planificación territorial, la gestión comunal y la correlación de fuerzas regionales. Mientras tanto, sectores de la oposición pretenden ganar cuatro alcaldías claves, en medio de fracturas internas, la deserción de reconocidos dirigentes y alianzas que aún no logran conectar masivamente con el electorado. Esta coyuntura plantea una disputa entre dos modelos de gestión. Uno que refuerza las políticas del Bloque Histórico Bolivariano y otro que busca sobrevivir en enclaves políticos con márgenes de maniobra cada vez más estrechos. El resultado marcará la ruta del poder local para los próximos años y consolidará la proyección política de la Gobernadora del estado Bolívar, Yulisbeth García, en la ecuación política regional y nacional.

2.- LA VICTORIA DE YANNY ALONSO AFIANZA LA RUTA DE INTEGRACIÓN INSTITUCIONAL ENTRE GOBERNACIÓN Y ALCALDÍA. El municipio Caroní vive una contienda electoral con implicaciones que trascienden lo local. La candidatura de Yanny Alonso se posiciona como pieza clave en el proyecto de integración territorial impulsado por la gobernadora, quien ha desplegado un esfuerzo sin precedentes para fortalecer la articulación entre gobierno regional y gestión municipal. En contraste con una oposición fracturada, liderada por Luis Cedeño, sin visión ni conexión con la realidad política y su relación con el tejido social guayanés. La opción de Yanny Alonso representa no solo continuidad institucional, sino una apuesta concreta por el desarrollo planificado, la seguridad ciudadana y la recuperación de servicios. La victoria de Yanny Alonso marcaría un antes y un después en Caroní, consolidando la sinergia con un proyecto que prioriza al pueblo, rompe la lógica del sabotaje político y abre camino a soluciones conjuntas frente a los desafíos económicos y sociales de la región.

3.- COROMOTO CONSTRUYÓ SU PROPIA DERROTA.
La jornada electoral en El Callao ha dejado claro que el pueblo no está dispuesto a seguir siendo instrumento de agendas externas ni de sabotaje interno. La derrota de Coromoto Lugo, representante de una oposición que por años usó esta tierra minera como bastión de obstáculo y manipulación, señala un punto de quiebre histórico. Durante mucho tiempo, El Callao fue territorio utilizado por intereses que frenaban el progreso del sur de Bolívar y facilitaban la incursión de figuras como María Corina Machado, ajenas a la identidad y al clamor genuino del pueblo guayanés. Este resultado electoral no solo desmonta una estructura, sino que da paso a una nueva etapa de unidad, recuperación y soberanía regional.


4.- LIBERACIÓN CRUZADA DE PRESOS ES UNA SEÑAL EN LA GEOPOLÍTICA DE LA RECONCILIACIÓN.
La liberación de ciudadanos venezolanos en El Salvador, junto con el retorno de presos estadounidenses y opositores en Venezuela, evidencia un movimiento diplomático de alto calibre. Más allá del intercambio visible, se abren ventanas a acuerdos profundos entre actores internacionales y sectores internos que apuestan por la distensión. Estas acciones no solo reconfiguran la narrativa de derechos humanos y soberanía judicial, sino que envían mensajes económicos que van desde la flexibilización de sanciones hasta el restablecimiento de canales para la inversión y la cooperación. En este gesto, convergen intereses diversos. Pero, sobre todo, se refleja la voluntad de volver a sentarse en la mesa del entendimiento, con costos negociados y beneficios compartidos. Venezuela y sus socios saben que la estabilidad se construye desde el gesto, la señal y el silencio estratégico.


5.-EL DÓLAR BCV SIMBOLIZA EL DETERIORO DIARIO DEL PODER ADQUISITIVO. Cada amanecer con nuevo precio del dólar BCV se traduce en menos comida en la mesa, menos capacidad de transporte, menos acceso a servicios básicos. La inflación dejó de ser un fenómeno lejano de cifras técnicas. Hoy es una condena cotidiana que erosiona el ingreso real de los trabajadores. Mientras el salario permanece congelado con esquemas de compensación cada vez más simbólicos, el mercado impone su ley con aumentos invisibles y precios que desafían cualquier lógica productiva. El trabajador venezolano no solo enfrenta la inflación. Sufre la invisibilización del esfuerzo, la precarización del sustento y la banalización de la dignidad laboral. No se trata solo de economía. Se trata de soberanía social, de recuperar la capacidad real de vivir con el fruto del trabajo. Porque ningún país se reconstruye sobre el empobrecimiento silencioso de su clase trabajadora.

Deja una respuesta