Ciudad BolívarOpinión

«Venezuela no nace ni muere el 21 N»

Pase lo que pase – tarde o temprano-  el gobierno y la oposición democrática tendrán que negociar un acuerdo para destrancar el juego y los venezolanos seguirán reclamando un cambio político pacífico y electoral que es la única garantía de estabilidad política en clave de futuro.

La crisis económica y pandémica impide el avance electoral… Venezuela vive un momento particularmente complejo intentando que la profunda crisis económica,  social, humanitaria,  política y pandémica dé paso a un ambiente electoral con la convocatoria de elecciones regionales y municipales como si estuviera pasando nada.

Hoy la preocupación mayor de la inmensa mayoría de los venezolanos es cómo sobrevivir en medio de una economía colapsada y en baja, con una situación social grave y con una pandemia que lejos de amainar, avanza por la falta de un plan de vacunación que ponga a salvo a más de 30 millones de venezolanos en riesgo de muerte o contagio, la falta de la segunda dosis agravaba el panorama sanitario y la respuesta del gobierno es el silencio y la irresponsabilidad.

Estando así las cosas, no difícil acertar un pronóstico de muy poco entusiasmo por la participación electoral, habida cuenta que las preocupaciones y prioridades de los ciudadanos, son otras, es decir, cómo sobrevivir con salarios y pensiones de hambre y con desempleo creciente, con una economía amordazada por un método del fulano 7 x 7, que es un invento del gobierno para mantener el control social, intentando sacarle provecho político a la pandemia, cuando lo responsable es abrir la economía que permita acceso al empleo y la posibilidad de generar riqueza y bienestar en un país con la hiperinflación más alta del mundo y con las reservas petroleras probadas mayores del planeta y no es capaz de garantizar gasolina suficiente para que el desarrollo del país puede seguir avanzando en medio de la tempestad política y económica.

El gobierno con poca visión y sentido de la realidad cree – a pies juntillas- que puede llegar a puerto seguro con las elecciones regionales y lograr la ansiada estabilidad política y democrática que tanta falta le hace de cara a la Comunidad Internacional, sin embargo, todo indica que será una «alegría de tísico” por cuanto la participación no está garantizada y solo él gobierno y sectores dispersos de la oposición han manifestado su deseo de ir a una contienda cuyos resultados- favorezcan a quién o quienes favorezcan – no resolverá una crisis que demanda decisiones de mayor calado política y que por cierto, pueden tener como punto de arranque una negociación política como la planteada por la oposición democrática venezolana que preside Juan Guaidó y que se conoce con el nombre de » Acuerdo de Salvación Nacional «que es sería, amplia, integral, con abordaje de temas cruciales como la vacunación masiva, la entrada de la ayuda humanitaria,  atender los presos políticos, atraer la inversión extranjera y también un cronograma electoral para resolver de manera definitiva la muy larga crisis que tiene al país con presente comprometido y futuro de muy mal pronóstico.

Por mucho que el gobierno se empeñe en » vender » la bondad de las elecciones regionales como mecanismo de normalización de la vida institucional del país, la realidad lo deja «desnudo» , siguen los presos políticos,  la oposición democrática mayoritaria no termina de aceptar las pocas garantías electorales y por el contrario cree que el gobierno solo le interesa dar la sensación de democracia con unas elecciones donde se paga y se da el vuelto.

 

El panorama político sigue sin definirse, claramente, por la participación en los comicios, el gobierno por un lado haciendo malabarismos internos para indicar que siguen siendo la fuerza a vencer y un país cada día con mayor hartazgo y desesperanza atrapado en su día a día sin ver la » luz al final del túnel » .Hoy el mundo democrático observa con preocupación lo deteriorado de la economía y de las instituciones y aboga por una solución negociada con la oposición democrática,  pero el gobierno solo admite elecciones regionales entendiendo su fragilidad electoral y la poca aprobación de la gestión de gobierno que pone en serio aprieto los resultados electorales de unas elecciones libres y competitivas.

En cuanto a la oposición democrática más que la división interna lo que existe es dispersión y eso no ayuda en configurar una estrategia común ganadora y la «oposición » a su manera después del fracaso en las elecciones parlamentarias del 6D es muy poco lo que puede ofrecer y seguirá como un actor marginal en medio de una confusión política que al final le hace daño es a la oposición real y mayoritaria y a la propia democracia.

Con este panorama desolador en lo económico y de poco entusiasmo político electoral Venezuela avanza – epilépticamente – a un proceso comicial que desde ya puede ser un gran fracaso de participación y el resultado será profundizar el caos existente y todo queda en manos del azar.

En definitiva el gobierno se la juega con el resultado de las elecciones regionales donde en el peor de los casos nada gana y pierde mucho y el país sigue «cuesta abajo»  en su rodada con una oposición – que siendo mayoría- no es capaz de superar sus desencuentros para ser verdadera alternativa de poder en Venezuela.

Sin embargo, Venezuela no nace ni muere el 21 de noviembre y pase lo que pase – tarde o temprano-  el gobierno y la oposición democrática tendrán que negociar un acuerdo para destrancar el juego y los venezolanos seguirán reclamando un cambio político pacífico y electoral que es la única garantía de estabilidad política en clave de futuro. Siempre habrá tiempo para negociar, por lo pronto el gobierno se siente «dueño del patio» sabiendo que la procesión va por dentro y la posibilidad de superar la emergencia es muy poca, por el profundo deterioro económico de la economía y la nula posibilidad de que la Comunidad Internacional cambie de opinión sobre la deriva autoritaria y violación de derechos humanos. Es cuestión de esperar pero todo indica que la «fiesta electoral» será aburrida con poca participación y con los resultados que se esperan (negativos) y las comparsas y disfraces conocidos que a nadie entusiasma.

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