LA DANZA DE LOS ALACRANES
El alacrán posee un veneno de fuerte y rápida acción. Su naturaleza lo lleva a picar e inocular su veneno sin ninguna distinción. Todos los alacranes son venenosos en mayor o menor grado. Suelen vivir entre escombros, se mueven diestramente en superficies rugosas y se alborotan en tiempos de calor. Estas características han sido fielmente descifradas para interpretar el comportamiento de ciertos activistas y dirigentes políticos. Aunque en el insecto se distingue la danza nupcial durante el acto reproductivo, los alacranes de la política se destacan por la obediente danza en pro de su orgasmo financiero.
Desde el año 2007, el General de División Alberto Müller Rojas advirtió públicamente sobre la presencia y protagonismo de los “alacranes” en la política venezolana. Destacó los riesgos e implicaciones para la Revolución Bolivariana. Müller Rojas quien fuera el primer vicepresidente del PSUV renunció haciendo honor a su conducta de decir lo que pensaba de forma clara y sincera. En su retirada, ratificó sus advertencias y le sugirió al Presidente Hugo Chávez que cuidara sus pasos porque se movía entre alacranes. Müller Rojas murió en agosto de 2010 y su advertencia siempre será recordada.
En los últimos años, muchos dirigentes políticos han vivido un proceso de cambios progresivos en la morfología de su pensamiento y la estructura de sus ideas que los lleva a una conducta política indescifrable. Son diletantes ambidiestros. Nadie sabe lo que piensan sobre nuestra realidad y tampoco se puede conocer qué plantean para atender y resolver los grandes problemas del país. No manifiestan interés en temas de mucha trascendencia, se presentan muy elementales y solo se preocupan por protagonizar acciones que le produzcan beneficios personales. Un día amanecen hablando en nombre de la oposición con fuertes cuestionamientos al gobierno y al día siguiente se manifiestan públicamente contra la oposición con posturas discretas de apoyo al gobierno y sus decisiones sin mayores consideraciones. Son “los alacranes” de la política con su metamorfosis.
Efectivamente, el escenario político nacional ha sido copado por un grupo de dirigentes políticos, formados en los predios de la derecha más recalcitrante, que fueron bautizados por sus propios compañeros como “los alacranes” por su naturaleza traicionera. Su intervención pública y su quehacer político denotan una total ausencia de valores sociales y principios éticos. Son individuos inescrupulosos que le hacen mucho daño a la política en toda su dimensión. Sus ardorosos y raídos argumentos demuestran su baja calidad humana.
El impetuoso protagonismo de estos personajes está quebrantando principios democráticos porque desestimula la participación activa de los ciudadanos en los asuntos públicos y provoca un terrible desaliento en la población que observa sorprendida como se ha desvalorizado la responsabilidad social que implica la actividad política con compromiso y principios éticos.
En política no hay “alacrán” que trascienda. No son aliados de ningún proyecto de país porque su naturaleza no permite predecir cuándo inocularán su veneno. No es conveniente animar su participación en los asuntos públicos porque siempre quedará la sospecha de alguna fuente oculta que paga sus asquerosos honorarios.
La metamorfosis que han experimentado “los alacranes” en la política venezolana no permite diferenciar su origen. Hay “alacranes” en los distintos factores políticos y algunos se atreven a gritar que “están del lado correcto de la historia”.
En Guayana “los alacranes” tienen muchos matices políticos y protagonismo.
“La lealtad, como otros valores humanos, no encajan en una única definición, incluso han cambiado las maneras de entenderla y de asumirla, así hay formas de lealtad que implican fidelidad a los valores morales, a las personas, a los compromisos a través de la palabra y del honor, hasta lealtades más sumisas, complacientes, falsas o simplemente interesadas”.
José María Manzano Callejo