¿DESPUÉS DEL RUIDO ELECTORAL, VIENELA PAUSA POLÍTICA?

Terminó el ruido electoral. Vienen cuatro años sin elecciones y se abre un tiempo de aparente estabilidad bajo la hegemonía institucional del PSUV. El campo de batalla luce como territorio despejado. El silencio electoral abre el nuevo escenario político e institucional. Gobernar sin rival y consolidar el control debería traducirse en solución a los problemas urgentes. Si no hay excusas, que haya decisiones. Si no hay contiendas, que haya dialogo social. La oposición languidece y busca alternativas para sobrevivir, en ese vacío, la Patria necesita aprovechar esta pausa electoral para impulsar la transformación necesaria.
Esta pausa es política porque es electoral. No es una tregua estratégica. Puede interpretarse como un tiempo para resolver lo que no se resolvió, lo que se ocultó con el ruido de la campaña y comenzar a ver la comunidad real con sus carencias, potencialidades y urgencias. Es el tiempo ideal para construir el discurso desde la calle y la dignidad cotidiana. Esta pausa abre la brecha para fortalecer la conexión con los sectores populares, más allá de la emoción electoral. Puede ser el momento ideal para recomponer fuerzas internas y abrir espacios de reflexión en los movimientos sociales, organizaciones comunitarias y liderazgos emergentes. La comunidad no está dormida, está observando y pensando. Lo más importante es que la pausa política puede ser aprovechada como la gran oportunidad para convocar un “Nuevo Consenso Social”. Puede consolidarse un gran acuerdo social sin el filtro del marketing electoral y las divergencias pueden ser debatidas sin apuro ni slogan. También puede convertirse en tiempo de peligro. Si el burocratismo, la ineficiencia y la dispersión política dejan a un lado las demandas sociales.
La promesa de transformación que cobró mucha fuerza en la campaña electoral, como en cualquier país moderno, implica garantizar derechos sociales, dignificar la vida y sostener el Estado de Bienestar Social. En nuestro país, por múltiples factores tanto políticos como económicos internos y externos, ese pacto social está muy erosionado. Las pensiones, sueldos y jubilaciones son algo simbólico, los hospitales resisten con lo mínimo, la escuela pública pide auxilio y los servicios públicos sufren deterioro. No hay excusas. Si el poder está consolidado y el conflicto político está en pausa, es el momento para convocar a un “Nuevo Consenso Social” para reconstruir lo que sea necesario, “fortalecer lo que se deba fortalecer” y “darle la vuelta como una media” a las instituciones públicas.
El país necesita respirar una nueva etapa. No desde la diatriba, sino desde la construcción de un “Nuevo Consenso Social” amplio y plural que reivindique al trabajador, al estudiante, los profesionales, empresarios, emprendedores, campesinos, mineros, mujeres de la patria y organizaciones comunitarias. Para reescribir las prioridades del Estado y reparar lo básico sin esperar lo perfecto. Es una interpelación social al poder constituido para recordar que transformar es servir, no solo controlar y resistir.
Un “Nuevo Consenso social” no se firma en palacios ni en gacetas. Se construye como tejido social y político desde los concejos comunales, circuitos comunales, asambleas comunitarias y asambleas de trabajadores donde la pluralidad no es amenaza sino riqueza. Donde se debate sin traicionar, se acuerda sin rendirse y se construye sin destruir porque para derrotar a los enemigos de la Patria es necesario reforzar la democracia popular desde la dignidad cotidiana.
Ahora que cesó el ruido electoral y el tablero político luce estable debemos prepararnos para lo esencial y convocar a un “Nuevo Consenso Social” como punto de partida para la transformación necesaria.
“Y hablo de países y de esperanzas
Hablo por la vida, hablo por la nada
Hablo de cambiar esta, nuestra casa
De cambiarla, por cambiar nomás
¿Quién dijo que todo está perdido?
Yo vengo a ofrecer mi corazón”.
Fito Páez
