De la Venezuela decadente que ves… a la Venezuela decadente que somos
Hoy le voy a dedicar algunas palabras a la Venezuela que somos, pero que, de cara a lo público despreciamos, usamos para seguir victimizando nuestra condición y además continuar teniendo argumentos para sumarnos a la ola del “yo me iría demasiado” ¿recuerdan?
En textos anteriores he insistido en que esas dos Venezuela que nos toca vivir, la de miseria y tragedia; y la de retos y oportunidades, son reales, porque cada quien vive lo que puede y ambas son ciertas.
Pero cuando desde mi papel de víctima elijo hacerme parte del sistema, entonces ya no se trata de la Venezuela decadente que está afuera, sino de esa Venezuela decadente que eres.
Es muy complejo no hacerse parte del “sistema” y es cierto que muchísimas veces, no nos queda otra más que “doblarnos para no partirnos” pero también ocurre, con mucha frecuencia que la comodidad nos antecede y entonces pecamos por indignos.
Cuando me paran en una alcabala y antes de que el funcionario me diga algo yo le salto con la cómoda frase “cuéntame… ¿Cómo nos arreglamos?” y sacamos cualquier cosa para intercambiarlo para que “nos dejen pasar” sabiendo que no tenemos licencia, ni seguro de responsabilidad civil o peor aún, teniéndolo todo, pero adelantándonos a lo que, presumimos, se nos viene, estamos poniéndosela bombita al sistema.
Cuándo voy a un comercio que no me acepta billetes de dólares porque está rayado o viejo y en vez de irme de allí con mi dinero a otro lado, insisto en gastar allí y hago maromas para parir un billete que no existe en nuestro país, entonces soy parte del sistema.
Cuando en un comercio me dicen que no me pueden dar vuelto a un billete de dólar y que debo gastarlo todo para poderme hacer la venta, aunque no necesite nada más, y yo voy y lo gasto todo, soy parte del sistema.
Cuando irrespeto las señales de tránsito, cuando irrespeto a los adultos mayores, cuando ando en bicicleta y soy imprudente en la vía o cuando ando en mi vehículo y le tiro el carro a los ciclistas “para darles un susto” estoy siendo parte del sistema.
Cuando voy y voto la basura en la calle y convierto a muchos de los espacios públicos en “vertederos espontáneos”, yo soy parte del problema. Cuando cierro mi negocio y dejo toda la basura que produzco de la acera de enfrente, a sabiendas que los animales y las personas que viven en las calles, la van a regar y eso no me importa, yo soy parte del sistema.
Cuando pienso en lo individual y no aporto nada a la sociedad, más que cualquier cosa, yo soy el problema.
Entonces, dejemos de ver afuera, lo que estamos viviendo desde adentro. El país que vives, es el país que eres, ni más ni menos. Dejemos de quejarnos y tomemos las riendas de lo que está a nuestro alcance. Respetémonos, que no sea tan sencillo para “el sistema” obligarnos a sumarnos a su desgracia.
Y sé que muchos dirán, es que “el sistema nos arropa, la culpa es del gobierno, es el alcalde, el gobernador, etc, etc etc” y lamentos decirles que es verdad, que tienen razón, pero insisto, que ellos lo hagan mal, no justifica que tú lo hagas mal, siempre habrá algo, que puedas hacer para romper con “el sistema”.
Por María Alejandra Pasarella / CNP 15.084