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¿AHORA LAS SANCIONES NO CAUSAN DAÑO?

Negar el terrible impacto que tendrá la reimposición de sanciones sobre el proceso de recuperación económica contradice el discurso que se ha mantenido durante los últimos años. Las sanciones contra el país constituyen una de las causas fundamentales de la parálisis y destrucción del aparato productivo. El efecto ha sido más devastador por su combinación con la corrupción administrativa y la ineficiencia institucional. Las sanciones individuales no afectan colectivamente, pero cuando se aplican contra el país causan un profundo daño a la población.
El alivio de las sanciones en octubre de 2023, es el resultado de una serie de reuniones privadas y confidenciales en las cuales se gestó una negociación. Altos y calificados voceros del Gobierno Nacional confirmaron que se realizaron 7 reuniones en diferentes países que incluyen a Qatar (Doha), Italia (Milán) y Ciudad de México. Se firmaron varios documentos que incluyen los 2 Acuerdos de Barbados y compromisos que no han sido divulgados.
Venezuela ha mantenido como exigencia inquebrantable “el levantamiento sin condicionamiento de todas las sanciones” haciendo énfasis particular en las medidas que pesan sobre el sector petróleo y gas por su importancia para la economía nacional. No podemos ahora decir que “con sanciones o sin sanciones seguiremos la recuperación económica”. Eso es perder la coherencia política del discurso y simplemente reconocer que la destrucción del aparato productivo no es por la aplicación compulsiva de sanciones contra la nación.
Ahora bien, es necesario hablarle claro al país y explicarle que la reimposición de sanciones no afecta a la empresa petrolera CHEVRON que seguirá explotando nuestro petróleo y alimentando las necesidades del mercado de EEUU. Quizás sea un convenio que permite mantener abiertas las posibilidades de retomar el dialogo más allá de la Elecciones Presidenciales y los compromisos que ellas implican. Eso se debe explicar muy bien a la población y minimizar la retórica antimperialista que ha perdido tanto contenido.
Decir que todo sigue igual es negar el discurso de la guerra económica, el bloqueo y toda una narrativa que ha dominado el debate político del país. Sugerirle al gobierno norteamericano que tomen “sus sanciones hagan un rollito y las guarden” puede quedar como una bravuconada irresponsable que no ayuda y pretende negar la trascendencia de tal decisión. Es tiempo de apostar al dialogo con la responsabilidad que exige el momento histórico. Es tiempo de pensar en el país y la posibilidad de consolidar su recuperación económica.
Es necesario recalcar que el gobierno de EEUU está jugando para favorecer a la oposición más irracional del país con la pretensión es imponer un gobierno a su antojo y en ese propósito necesita mantener a Venezuela debilitada y aislada en el contexto del mercado y la sociedad internacional. A esa jugada debemos responder con una estrategia que no cierre las puertas a cualquier negociación que mantenga como exigencia fundamental la suspensión definitiva de las sanciones contra el país.
Factores de la oposición seguirán frotándose las manos y celebrando la reimposición de las sanciones porque siguen apostando a la desestabilización como estrategia para acceder al poder. Al Gobierno Nacional le corresponde convocar a un “Nuevo Consenso Nacional” para avanzar en la recuperación económica con determinación e independencia.
La crisis energética de EEUU, el conflicto bélico en el oriente medio y la nueva geopolítica del petróleo plantean a Venezuela la necesidad de aliviar tensión política donde sea necesario y posible para avanzar en la recuperación del aparato productivo y lograr reinsertarse en el mercado internacional con la ventaja del país que tiene la mayor reserva de petróleo del planeta, aunque su producción no tenga el nivel ideal.
El impacto de las sanciones sobre el pueblo venezolano en esta oportunidad puede afectar con mayor fuerza el bienestar social de la población. Negar o subestimar este efecto significa perder la coherencia política en el discurso y los hechos. Esta nueva realidad exige propiciar un “Nuevo Consenso Nacional” que comprometa amplios sectores de la sociedad con el proceso de recuperación económica del país.

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