¿A DÓNDE VA LA PATRIA?
El domingo 28 de julio, el pueblo venezolano demostró su compromiso democrático. Fue una fiesta de la democracia que contagió y movilizó al país con un solo objetivo: Venezuela. El fervor multitudinario impregnó al pueblo de esperanza y nuevos alientos. Una sombra de incertidumbre llegó con la tarde y la fiesta se hizo violencia estructural. La gente se sintió protagonista de una jornada histórica que, finalmente, deja la Patria sin rumbo definido.
El país amaneció lleno de dudas. La incertidumbre social, política y económica se torna más intensa después de una noche que se pasó de la euforia colectiva al incierto camino de la desesperanza que unifica chavistas, opositores de todos los matices, maduristas empedernidos y militantes de la indiferencia. Aquí nadie debe cantar victoria. Comienza un largo proceso de encuentros y desencuentros que van más allá de lo electoral.
El desenlace electoral proyecta una Venezuela que perdió la confianza de los organismos multilaterales y del mercado internacional. Los activos nacionales y los papeles de la deuda pública pierden fuerza financiera en el Mercado de Valores limitando cualquier negociación para atraer capital e inversionistas al país. Vienen muchos obstáculos para nuestra recuperación económica y avanzar en la reinserción en el Mercado Internacional. Las alianzas estratégicas con el capital transnacional se tornan desventajosas y se impondrán como nueva modalidad de privatización.
Los resultados anunciados por el CNE le otorgan al Presidente Nicolás Maduro el control de todos los Poderes Públicos. El controversial anuncio tiene un indescriptible impacto social y político que incide en todos los organismos públicos, particularmente en la FANB. Supone un reacomodo político de los factores de poder que actúan desde el PSUV y deberían dar impulso a un profundo cambio de gabinete y el rediseño de políticas públicas.
La terrible polarización política utilizada como estrategia electoral se reflejó en las elecciones a tal punto que amanece una Venezuela fracturada que no acaba de asimilar el discurso de la paz. El antagonismo de la polarización se ha convertido en un obstáculo para el impostergable Diálogo Nacional como alternativa para evitar un periodo de inestabilidad democrática que puede acelerar las contradicciones políticas y provocar cambios inesperados. El escenario político se impregna de inestabilidad y el liderazgo nacional tanto de oposición como gobierno ha demostrado poca capacidad para comprender y pensar en el país como prioridad absoluta.
Este pueblo noble, leal y trabajador no aguanta más el deterioro progresivo de su nivel de vida y entiende que los factores en pugna son responsables de esta situación. Unos pidiendo y celebrando sanciones contra el país y otros despilfarrando los recursos públicos, saqueando las instituciones haciendo gala de su ostentación y dispendio en medio del empobrecimiento nacional. Este pueblo exige acciones para la recuperación inmediata del Estado de Bienestar Social, salarios, pensiones y jubilaciones dignas.
La sociedad está fracturada y la Patria necesita redefinir su rumbo. No hay nada que celebrar. No es el tiempo de fanfarronear. Es impostergable un gran Diálogo Nacional que conduzca a una “Nuevo Consenso Social”. El pueblo sigue soñando con una Patria preñada de grandezas, sueños, esperanza y dignidad. ¡Amanecerá y veremos!
“La democracia no es una meta que se pueda alcanzar para dedicarse después a otros objetivos; es una condición que se puede mantener si todo ciudadano la defiende”.
Rigoberta Menchú