EL ACUERDO DE LA DISCORDIA
El país reclama y espera un proceso electoral confiable y transparente. Necesitamos recuperar la confianza en las instituciones democráticas para garantizar la paz y la estabilidad política. Las Elecciones Presidenciales ocupan la atención de la población porque las expectativas de cambio social y político superan la visión de todos los candidatos. Las consecuencias sociales y políticas de esta contienda van más allá de los resultados electorales. Las contradicciones alrededor de un acuerdo de reconocimiento de resultados solo han servido para alimentar la desconfianza y la incertidumbre electoral en la población.
El Consejo Nacional Electoral –CNE- convocó a todos los candidatos presidenciales a suscribir un documento donde se comprometían a reconocer los resultados emitidos, oficialmente, el 28 de julio. El documento fue suscrito por 8 candidatos incluyendo al Presidente Maduro. La metodología, el estilo y la parafernalia impuesta por el CNE convirtió el supuesto acuerdo en un fuerte desacuerdo que solo sirvió para alimentar el discurso de la desconfianza frente al organismo electoral y la duda sobre los resultados a emitir en su debido momento.
La intención del Consejo Nacional Electoral –CNE- fue opacada por la falta de tacto político al convocar el evento justo cuando la comunidad internacional y organismos multilaterales están expresando una gran preocupación por la detención de dirigentes políticos de oposición y la decisión de rechazar la presencia de una Misión de Observadores Electorales de la Unión Europea. La comunidad internacional considera que estos hechos configuran un cuadro político que no garantiza la transparencia necesaria ni una contienda electoral totalmente libre. El acuerdo auspiciado por el CNE compromete a los firmantes a respetar los resultados y a “solicitar a los gobiernos del mundo el respeto a la Soberanía y autodeterminación de nuestra nación”. Es evidente la contradicción y la torpeza política.
Edmundo González y Enrique Márquez, candidatos de oposición, se negaron a firmar el acuerdo por considerar que se trata de una imposición que niega el dialogo respetuoso entre las partes y demuestra que el CNE no actúa con la imparcialidad que establece la Constitución Nacional. No hubo una respuesta convincente ante los argumentos de estos candidatos y la firma del acuerdo quedó empañada por la duda y la desconfianza. Se convirtió en el acuerdo de la discordia.
La firma de este acuerdo y la actuación del diputado Jaime González interponiendo un Recurso de Amparo Constitucional ante el Tribunal Supremo de Justicia para solicitar la suspensión de las Elecciones Presidenciales hasta que se eliminen las sanciones contra el país, configuran un cuadro político que estimula la desconfianza en las instituciones democráticas y puede incidir negativamente en la participación ciudadana en el proceso electoral. Todo parece confluir en un juego perverso donde gobierno y oposición se confabulan, voluntaria o involuntariamente, para minimizar la participación popular.
Las acusaciones de sabotear el proceso electoral son mutuas, las razones son diferentes, aunque prevalecen intereses particulares. No es prudente plantear estas Elecciones Presidenciales como una gran batalla entre dos enemigos irreconciliables, tampoco es una pelea de gallos. Es algo más trascendente. El momento histórico nos sugiere pensar en el país que necesitamos después del 28 de julio. Gane quien gane, la nación necesita un cambio de rumbo para poder consolidar la recuperación económica y el Estado de Bienestar Social.
El papel del CNE es determinante para los efectos organizativos y el respeto a la voluntad popular. La administración inadecuada del proceso electoral está provocando desconfianza e incertidumbre. Es necesario devolverle al ciudadano la confianza en el organismo electoral para garantizar la paz y la estabilidad política.
“La sociología debe ser una disciplina comprometida con la transformación social, trabajando en conjunto con los movimientos sociales para cuestionar y desafiar las estructuras de poder”.
Pierre Bourdieu