Un padre por el Darién
Por Claudio Zamora
@claudiozamora06
Hoy que se conmemora en Venezuela el día del padre me parece ocasión propicia para salirnos un poco del tema político que siempre nos da tela para cortar y adentrarnos en la tragedia humana que significa ser padre en épocas de crisis y los sacrificios que han realizado la mayoría de los compatriotas que han salido con un bolso de sueños del país a buscar una mejor vida lejos de sus querencias. No es poca cosa la valentía que hay que tener para emprender un viaje a pie por más de tres mil quinientos kilómetros para buscar el manido sueño americano, por sólo ejemplificar la travesía más común en los últimos años. Es la historia de Gustavo de la ciudad de Maracay en el centro del país quien como muchos otros padres un buen día cansado de las privaciones decide vender su único bien de valor como era su moto, despedirse de su hijo de cinco años y su madre, pero la de él, porque la del niño tenía años viviendo en Perú y con nueva pareja, muy rara vez enviaba una remesa para gastos escolares. Encantado con las historias de amigos establecidos en Chicago quienes en poco tiempo tenían buenos automóviles, trabajos estables, ropa de marca, celulares de alta gama que en Venezuela son símbolo de status, eran muchos los videos de bellas mujeres, buenos licores y luces de disco que enviaban sus amigos, los que no enviaban era videos de jornadas de 16 y más horas de trabajo en una construcción o la pesada jornada sacando nieve de las calles con temperaturas bajo cero. Embriagado de fantasías decide emprender el viaje y retirarse del gimnasio donde laboraba como instructor, retirar la miseria de prestaciones y con el dinero de la moto dejar algo para la comida en casa, enganchándose su mochila y salir rumbo a Colombia para comenzar el cruce por siete países rumbo al sueño americano, para que detallar una odisea que nos es familiar, basta resumir que nada más llegar a su primera escala fue asaltado, despojado del dinero, hurtadas sus pertenencias y con una herida en su cráneo para seis puntos de sutura producto de un cachazo en el atraco. No le quedó más remedio que pagar la continuación del viaje con trabajo que por su porte atlético y musculoso era para burros, cargar sacos, empujar carros de mano, cortar madera, abrir zanjas y cuanto trabajo pesado pudiese existir a cambio de las comidas y los pasajes con su lugar en la caravana. En eso llevaba casi tres semanas en la Selva del Darién cuando una buena tarde decide acercarse a un culto evangélico debajo de una choza improvisada como altar, en su parte frontal yacía una especie de camilla con amarres y lo que parecía un niño de buen tamaño forrado de sabanas y con sólo una abertura para los ojos como capucha de talibán, el pastor decía que ese niño padecía de dos enfermedades en la piel como ictiosis con carare y no podía exponerse a los elementos naturales precisando un alma caritativa que lo cargara sobre sus hombros por toda la travesía, ya se pueden imaginar que fue nuestro amigo el encargado de la misión pasando el peor calvario su vida, llevando golpes, rodadas, raspones, picaduras, caídas de todas formas con su bojote cargado, casi se ahoga en el paso de los ríos, solo lo soltaba para hacer sus necesidades y escuchando permanente un bendito murmullo como de pavo chiquito debajo de los trapos, era el héroe de la caravana y fue fotografiado muchas veces como protagonista de una historia de gesta paternal, decían que era su hijo invalido, al llegar a Estados Unidos pudo comprobar cuando lo desenvuelven que su encomienda no era más que un enano obeso hijo del pastor que se negaba a caminar y se inventaron ese cuento para que un alma caritativa sirviera de burro de carga, el murmullo de pavo no era más que la forma de reírse del malvado enano. Les debo un cuento triste para el próximo día de los padres. Felicidades para todos. Seguiremos conversando, Claudiozamora06@gmail.com