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ES SEGURO QUE LOS CHINOS NO VOLVERÁN A FRACASAR EN VENEZUELA

Por Mercedes Malave

1. Reseñaba @marianodealba la gira de Maduro a China en un hilo: China ve muy importante la asistencia técnica para el desarrollo de las zonas económicas especiales. Pero el propio Xi dejó claro que «atraer capital, tecnología y una buena administración» depende de los venezolanos. También recomendó “reformas y apertura” [económica]. Las zonas económicas especiales, tan afectadas por la precariedad de servicios públicos, infraestructura arruinada e inseguridad creciente, como el resto del país, requieren cuantiosas sumas de dinero para rehabilitarse económicamente. Aunque mucho se hable de capacidad instalada, mano de obra a disposición e incalculable potencialidad y recursos naturales, lo cierto es que su activación viene precedida por el milagro de cuantiosas inversiones, acompañadas de talento humano venezolano y un gran conocimiento de la geografía humana de cada lugar. ¿De dónde va a salir ese dinero? Venezuela acumula una deuda que supera en más del 150% a su producto interno. La magnitud del descalabro es total.

2. De Alba advierte que Xi da un apoyo político y técnico importante a Maduro, pero sin comprometer financiamiento o grandes inversiones. No es una asociación “a toda prueba” como quiere traducirlo Miraflores, sino de trabajo “a tiempo completo” invitando a implementar reformas. Es decir, el financiamiento no vendrá de China ni de los BRICS a menos que mejoren significativamente las garantías del estado de derecho y el manejo de la administración pública. Al gobierno de Maduro le podrán dar todas las elevaciones de rango diplomático que existan, no obstante las exigencias del gobierno chino seguirán siendo muy elevadas, pues no están dispuestos a volver a fracasar. La reconstrucción del país en cuanto a servicios básicos e infraestructura seguirá pendiente y el financiamiento para eso también. Por más que las empresas venezolanas vayan a las grandes ferias orientales, los problemas seguirán intactos: cómo ser lo suficientemente competitivos para mantenernos en un mercado repleto de ofertas y oportunidades escasas, o de bienes y servicios muy específicos.

3. El gobierno de Maduro, plenamente consciente de la realidad nacional, acude a China con pocas expectativas de que las cosas cambien significativamente. El mensaje del mandatario chino es claro y preciso: los chinos estarían dispuestos a invertir en Venezuela pero bajo nuevas condiciones. De ahí que Xi Jinping afirme que atraer capitales, inversiones y tecnología dependerá de los venezolanos, no de la revolución ni de los revolucionarios, ni de los camaradas, ni de los maoístas. No es un problema ideológico sino pragmático y tiene que ver con grandes reformas del estado, su conducción y administración. Depende de la capacidad que tengamos de generar confianza, seguridades, ventajas comparativas y un largo etcétera. Al respecto, existe una gran diferencia entre Venezuela y Nicaragua, pese a que las semejanzas tienden a hacerse cada día con más frecuencia por las similitudes políticas. Lo cierto es que en Nicaragua sí hay seguridad, confianza, estabilidad monetaria para invertir y mucha cercanía con China.

4. A un año, o meses, de una elección presidencial, la inmensa mayoría de los venezolanos entiende que el gobierno actual, con sus formas arbitrarias y maniobrares de conducirse, representa el mayor obstáculo para seguir las recomendaciones del presidente Xi Jinping. Seis años más de Maduro serían una tragedia en términos de motivar a los venezolanos para el desarrollo de cualquier zona económica, sea especial o normal; una rémora para la inversión y el comercio; más sobrecumplimiento de sanciones para las exportaciones e importaciones, para el intercambio fronterizo o a distancia. No hay absolutamente ningún aspecto de la vida económica para el que Maduro represente una ventaja, excepto para los que se benefician del desastre político y económico del país. Aquellos que, en términos coloquiales, prefieren seguir siendo cabeza de un ratón y no cola de un león.

5. Insistiremos con ocasión o sin ella en las ideas que ahora encuentran un eco en el mismísimo gigante chino: a Venezuela sólo pueden recuperarla los venezolanos en un nuevo esquema de gobernabilidad que genere garantías y seguridades económicas; para eso necesitamos un nuevo gobierno de gente seria, capaz y bien preparada que goce de confianza y garantice estabilidad. Confianza y estabilidad no es otra cosa que institucionalidad. La institucionalidad se opone radicalmente a seguir los caprichos de un jefe o jefa de turno; obliga a un plan de gobierno que goce del respaldo más amplio de los sectores que conforman las fuerzas productivas del país, que aún se mantienen expectantes, no sin cierto desencanto y escepticismo, frente a las propuestas de una dirigencia política que sigue anclada en sus intereses y negociaciones para el beneficio particular. Mientras tanto, el tiempo corre y sigue pendiente la creación de un amplio movimiento de unión nacional que, junto a importantes reformas internas e ideológicas del partido de gobierno, le dé un viraje creativo y milagroso a esta situación ruinosa y desesperada.

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