Desde mi trinchera

La ciudad, su gente y cultura.
Dr Reinaldo Brines Duarte
Albert Camus, en su icónica novela: La Peste, nos describe magistralmente como conocer y entender una ciudad cuando nos relata, citó: » El modo más cómodo de conocer una ciudad es averiguar como se trabaja en ella, como se ama y como se muere «; humildemente éste escribidor, le agregaría, » y como se vive «.
Desde muy joven, he sentido admiración por mi ciudad, por su gente, tradición y costumbres muy » sui géneris «, por cierto; por sus hermosas y empinadas calles por donde el alma de sus fundadores aún camina por ellas y persisten como guardianes de su historia imperecedera. Estas, las calles; seducen, cautivan y atrapan a quien las transita invitándolo a rememorar vivencias y recuerdos pasados, tanto personales como acontecimientos de viejas glorias patrias cuando nuestra ciudad fue asiento de importantes y significativos hechos históricos qué ayudaron/ contribuyeron con la creación de nuestra nación. Sus casas señoriales de viejo estilo arquitectónico colonial y neoclásico configuran su identidad, donde se asienta la intrahistoria y vivencias de sus antiguos anteriores ocupantes que eran miembros de familias de rancio abolengo y raigambre guayanesa: Aristiguieta, Dalla Costa, Constanti; por nombrar algunos. Actualmente, muchas de ellas son museos o asientos de oficinas gubernamentales, otras, patrimonio histórico. En ellas, nacieron, se criaron y vivieron personas que engrandecieron y aún lo hacen, a nuestra ciudad y en algunas se instalaron instituciones educativas como el Colegio Sta Teresita de Jesús fundado por Doña Isabel Rivas de Salón, esposa del eminente Médico Guayanes Carlos Emiliano Salón en 1920, un colegio exclusivo para jovencitas, siguiendo el modelo educativo inglés, y para la enseñanza pública podemos mencionar la fundación de la famosa escuela Heres, ubicada frente la Plaza Bolívar; por Alejandro Fuenmayor y el muy conocido Br Ramón Antonio Perez; en la casa que sirvió de reclusión del Gn Manuel Carlos Piar antes de ser fusilado el 16 oct de 1817; el Libertador de Guayana. Pasaje algo oscuro, de nuestra historia patria. En otra de estas majetuosas casas del Casco Histórico, como se llama ahora, funcionó el Hospital de la Ciudad que tenia dos alas y se denominaba: Hospital Caridad y Mercedes, sede actual de la Alcaldía. Una de sus alas se denominó Ruiz, en honor al Dr José Ángel Ruiz. En otra casa la llamada Casa Cuna donde se atendían a los niños enfermos; y, como olvidar a la Clínica Cuenca ubicada en la calle Dalla Costa que en 1946, fue fundada por el ilustre Médico guayanés Manuel Siverio, egresado de la UCV; un apasionado de la música la cual practica va en sus ratos libres y a quien tube la gran dicha de conocer por intermedio del Dr Celestino Zamora Montes de Oca. En esta clínica, trabajo lo más granado de la medicina guayanesa de la época.
Siendo muy chico, viviendo en la calle Concordia, fui testigo presencial de un acontecimiento sentimental que marcó mi vida futura; una serenata de despedida que mi primo José Rafael Duarte Cañas y su amigo Julio Rizo, los dos procedentes de Maripa, nuestro pueblo natal; dispensaron a las hijas del prof Aguirre como despedida antes de marcharse a estudiar en la Escuela Agropecuaria de Acarigua-Edo Portuguesa. Era una costumbre muy propia de esa época, serenatear cuando se estaba enamorado o se pretendía a una joven. Bella costumbre que el tiempo ha borrado.
Pero la ciudad no se quedó allí, sólo en la parte alta de la ciudad; comenzó a expandirse hacia los morichales, hoy la avenida Táchira, hacia el sector Plaza, sobrepasó al río San Rafael creándose después así lo denominado Barrio La Sabanita.
No podemos finalizar este relato sin mencionar la famosa plaza Miranda, centro de juegos infantiles con su conocida esquina del Oasis sede de la familia Pérez Rosi y la esquina que servía de residencia a mi padrino Luis Felipe Pérez Flores, quien fue presidente del Consejo Municipal de Heres.
