Opinión

Venezuela: La Paz como Horizonte y las Bases como Camino

Por: José Manuel Muqueza
En un mundo atravesado por conflictos crecientes e incertidumbres persistentes, Venezuela sostiene una narrativa distinta, profundamente enraizada en su vocación histórica: la búsqueda constante de la paz. Esta aspiración, impulsada desde la conducción del presidente Nicolás Maduro, no se concibe únicamente como política exterior, sino como un principio filosófico que orienta la vida institucional y social del país.
En esta visión, la paz no es una meta lejana, sino un modo de andar; una forma de comprender la soberanía y la convivencia nacional.
El presidente ha reiterado que la soberanía es condición indispensable para la paz. Un pueblo que decide por sí mismo, afirma, es un pueblo capaz de sostener estabilidad. De este modo, Venezuela se proyecta internacionalmente como un actor que, ante presiones y tensiones, elige la palabra, la negociación y la cooperación como vías para la defensa de su independencia.

Las bases como raíz del proyecto nacional
La reciente renovación interna del PSUV, expresada en la creación y expansión de los Comités Bolivarianos de Base Integral (CBBI), revela una dimensión profundamente comunitaria del proceso político venezolano.
Miles de asambleas y encuentros populares, acompañados por el capitán Diosdado Cabello, subrayan una idea clave en la tradición latinoamericana: la comunidad como origen del orden político.
En un país diverso en realidades y desafíos, fortalecer las bases no es solo una estrategia organizativa; es una convicción. La unidad auténtica nace en los territorios, en el diálogo cotidiano, en la organización que emerge desde abajo.
Cabello ha señalado que la fuerza del proceso depende de la conducción colectiva y del compromiso permanente de las comunidades. Por ello, las bases no complementan el proyecto nacional: lo sostienen.

Yulisbeth: un liderazgo territorial orientado al diálogo
Dentro de este contexto, la labor de Yulisbeth en el estado Bolívar ofrece un ejemplo de liderazgo territorial basado en la cercanía y la escucha. Su gestión se ha caracterizado por la articulación entre instituciones y comunidades, con un enfoque que prioriza la participación y la cohesión social.
En un escenario donde la política suele percibirse distante, su estilo reafirma una idea esencial:

La unidad no se decreta; se construye junto al pueblo.

Su aporte, sin embargo, se integra como parte de un esfuerzo nacional más amplio, donde los liderazgos regionales fortalecen el tejido comunitario y contribuyen a consolidar la estabilidad territorial.
Bases, paz y continuidad del proyecto nacional
La expansión de los CBBI, la participación masiva en asambleas comunitarias y la acción articulada de los liderazgos locales conforman un mismo propósito: sostener la unidad y la paz como pilares del país.
En Venezuela, la paz se entiende como una práctica diaria que demanda organización, conciencia y pertenencia. Las bases desempeñan un rol fundamental en garantizar que la participación ciudadana sea el eje que sostiene la estabilidad y la cohesión nacional.
El momento político actual muestra a un país que se replantea a sí mismo desde sus raíces, desde sus territorios y desde la fuerza transformadora del pueblo organizado. La convergencia entre la conducción nacional, la organización partidista y el trabajo territorial consolida un horizonte en el que la paz y la unidad se reafirman como principios esenciales del camino venezolano.

MI OPINIÓN
Considero que el rumbo que hoy sigue Venezuela, desde su política internacional orientada a la paz, hasta el fortalecimiento de las bases y el liderazgo cercano en los territorios, refleja una madurez colectiva digna de reconocimiento.
El presidente Nicolás Maduro aporta estabilidad; Diosdado Cabello impulsa la organización popular; y Yulisbeth demuestra que la gestión comunitaria fortalece la cohesión.
En conjunto, este esfuerzo reafirma que la paz se construye cada día, desde el pueblo y para el pueblo.

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