La Refundación de la República y Tierra de Gracia

Por Jorge Carvajal Morales
La refundación de la República es una necesidad moral, institucional y ciudadana.
Tierra de Gracia, impulsada por María Corina Machado, representa el camino para reencontrarnos con una Venezuela libre, justa, diversa y moderna. Nos convoca al valor ciudadano, a la certeza y esperanza, y a la fe en que sí lo vamos a lograr.
Soñamos con una Venezuela que rinde cuentas, busca soluciones y escucha la voz de su gente. Una nación que sustituya para siempre el autoritarismo por una nueva cultura de diálogo, transparencia y responsabilidad institucional.
El poder del Estado debe servir al ciudadano, convertirse en un espacio de cooperación entre el Estado, la nación y la gente.
En esta tarea, María Corina Machado encarna la voz del ciudadano libre, la ética política y el espíritu de una nación que no se rinde, sino que se levanta con dignidad y determinación.
Tierra de Gracia propone reconstruir el Estado desde lo local, modernizar la gestión pública, reactivar la economía y garantizar un trabajo digno. Es confiar nuevamente en el ciudadano, en su talento, esfuerzo y capacidad de crear futuro.
Aquí, el ciudadano es el centro de todo: consciente de su responsabilidad, su fuerza creadora y su destino.
Tierra de Gracia es una invitación a creer en nosotros mismos y reconstruir la nación que soñamos.
Las nuevas tecnologías exigen un gobierno digital, con datos abiertos y transparencia en tiempo real.
Por eso, es necesaria una Ley de Transparencia y Rendición Pública que obligue a publicar en tiempo real los presupuestos, obras y uso de los recursos del Estado.
En esta refundación, las fuerzas vivas de la nación son el alma del cambio.
Los educadores, desde la casa hasta la universidad, son la base del pensamiento y la conciencia crítica.
Las iglesias preservan los valores espirituales que sostienen a los pueblos.
Los gremios, empresarios, comerciantes y emprendedores generan empleo y riqueza.
Y los trabajadores venezolanos, tanto públicos como privados, merecen justicia y respeto. Durante años, el salario de los trabajadores venezolanos fue destruido y utilizado como un instrumento de control social y sometimiento.
Hoy, debe volver a ser expresión de dignidad, no de humillación.
En Tierra de Gracia, todos los trabajadores —educadores, médicos, profesionales de la enfermería, policías, bomberos, petroleros, trabajadores de las empresas básicas, empleados y obreros de los sectores público y privado— serán atendidos directamente por un Estado fuerte en sus instituciones.
Ese Estado, en conjunto con los propios trabajadores, evaluará los pasivos laborales acumulados durante años, una deuda social que requiere paciencia, ponderación y madurez en el diálogo, mientras se construyen soluciones reales y sostenibles para el sector laboral.
Será un proceso que demande inteligencia, buena fe y sentido de justicia tanto de los acreedores trabajadores como de los funcionarios administradores del Estado venezolano.
Es tiempo de reconocer y saldar esa deuda moral y económica con quienes han sostenido al país con su trabajo.
Una nueva política laboral justa y productiva, basada en la meritocracia, debe devolver al trabajo su valor y a la familia su dignidad.
Finalmente, Venezuela necesita reencontrarse con su esencia: su gente, su trabajo, su fe y su libertad.
Con instituciones sólidas, conciencia ciudadana y confianza, construiremos una tierra de justicia, oportunidades y libertad.
