LA INDIFERENCIA

Escribo este artículo semanal precisamente el día de mi cumpleaños número sesenta y uno, en momentos en que la vida te lleva a mirar retrospectivamente más que hacia el futuro, por ese involuntario ejercicio mental de comparaciones. A estas alturas de la vida, y después de haber quemado etapas en la formación de la familia y poder ver con satisfacción que cada quien ha trazado su rumbo, queda la angustia del país y su futuro. Venezuela que ha sido mi amor platónico desde mi infancia, ha vivido en este cuarto de siglo talvez su mayor efervescencia social de la historia, y no porque hubiese sido un tránsito pacifico desde la independencia, sino porque esta última etapa es quizás la menos previsible de todas. La Guerra de Independencia, El Caudillismo, La Guerra Federal, Las Dictaduras todos fueron hechos históricos previsibles y pronosticables, tenían hojas de ruta medianamente definidas, la única etapa de la historia en la cual el desvío del curso fue tan violento que dejo a todos perplejos ha sido este último periodo. Si con la llegada de Chávez al poder se hubiese al menos sospechado que íbamos a llegar a esto que tenemos, jamás hubiese recibido el apoyo popular que obtuvo a principios de su gobierno. La degeneración en el ejercicio del poder fue de tal magnitud que lo que comenzó como un matrimonio voluntario y enamorado, esta terminando con la esposa maltratada y secuestrada por el marido para obligarla a convivir con él. La camarilla en el poder sabe hace mucho tiempo que perdió el favor popular, esta pronto a conocerse la verdad de las elecciones perdidas por el gobierno y las cuales fueron arrebatadas a la voluntad popular, como esta pronto de saberse la muerte de Chávez reconocida por sus propios voceros. La realidad es que la situación del país es de tal indiferencia ante una amenaza latente como lo es el acoso de la armada de los Estados Unidos, que no ha logrado despertar la más mínima movilización o demostración de patriotismo, en cualquier otra ocasión las residencias tendrían izadas las banderas nacionales, se promoverían marchas de apoyo al gobierno, se llenarían las entradas de los cuarteles con voluntarios en la defensa, los liceos y universidades serian comando de apoyo y se hubiese exacerbado las muestras de patriotismo y apoyo. La marcha del orgullo gay o la maratón Gatorade ha reunido más personas. Las escasas movilizaciones se han realizado con los mismos funcionarios públicos que se presionan para que respondan a los llamados del gobierno y con los milicianos, ancianos usufructuarios de las migajas del gobierno traducidos en pensiones y bonos. En tanto el grueso del país pegado a las redes de desinformación, cientos de páginas que difunden desde ataques en tiempo real hasta retiradas humillantes de los presuntos invasores. La vida continua en esta tierra de gracia, presumiendo un final con desenlace incierto, pero con un alto porcentaje de seguridad de la final de este modelo. Con la incertidumbre del día después y el fundado temor de la materialización del viejo refrán que nos ha perseguido como una sentencia condenatoria “Es peor el remedio que la enfermedad”, cada vez que hemos deseado con todas las fuerzas un destino para nuestro país, extrañas fuerzas lo han permitido para llenarnos de arrepentimiento en un breve tiempo. Dios permita que se rompa esa cadena y logremos salir de esta coyuntura con el menor porcentaje de daños, ni siquiera por nosotros, sino por los hijos y nietos que se merecen un mejor país. Solo eso nos merecemos. Seguiremos conversando. Claudiozamora06@gmail.com
