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EL DILEMA ELECTORAL: ¿PROMESAS O PROPUESTAS?

La campaña corre el riesgo de diluirse en una secuencia programada de espectáculos electorales. Necesitamos “voltearla como una media” para darle contenido social y político. Los candidatos no se pueden conformar con la repetición de frases hechas y matizarlas con una coreografía impactante. Debemos aprovechar la conexión emocional entre candidatos y electores para propiciar el debate de propuestas sobre la ciudad y su gente. Es necesario construir la agenda de acciones concretas desde el territorio sin pretender imponerlas desde el escritorio.
Visitar comunidades no basta para sanar las heridas del pueblo y resolver sus problemas más profundos. Es necesario romper el eco estéril del vacío y convertir las campañas electorales en verdaderos encuentros sociales para el discernimiento libre y consciente de propuestas, proyectos y programas. Solo desde el arraigo en nuestra realidad social, económica y política será posible abrir el camino hacia la transformación necesaria donde florezca, desde abajo, un Poder Popular con raíz y horizonte.
No basta con desgañitarse entonando consignas prefabricadas. Un estribillo repetido con su estridencia pegajosa solo sirve para animar una campaña que ignora el detalle que surge del encuentro con la gente hasta convertirse en compromiso político y conciencia colectiva. La gente quiere saber cómo se atenderá y resolverá el problema del transporte, la distribución de alimentos y gas doméstico, el servicio de agua potable, suministro de electricidad en las comunidades, funcionamiento de los centros dispensadores de salud con eficiencia y las urgencias que surgen del encuentro comunitario cotidiano donde se construye una agenda concreta de acciones que rompe la ambigüedad y deja en un segundo plano la retórica del cálculo electoral aliñado con promesas.
En el estado Bolívar y, particularmente en el municipio Caroní, coexisten realidades que deberían ser el centro del debate electoral. Un candidato a alcalde debería presentar un proyecto para construir ciudad y ciudadanía en un contexto social y urbano que habla de servicios públicos intermitentes, infraestructura colapsada, migración forzada, Empresas Básicas que necesitan recuperar su capacidad productiva, deterioro social y la incidencia en la economía local de una minería desbordada que sigue invocando el sueño de “El Dorado”. Un contexto social y económico muy complejo que no puede ser ignorado y exige una conexión de la campaña con las expectativas, aspiraciones y necesidades de la gente.
Esta campaña electoral tiene mucha importancia para el futuro del país y la estabilidad institucional. Será corta, pero muy intensa. Todos los candidatos deberían conocer y difundir fervorosamente el Plan Nacional de Desarrollo de las 7 Transformaciones y su instrumentación en nuestra realidad local y regional como instrumento para impulsar la nueva etapa de la Revolución Bolivariana.
Quizás el problema no es la falta de propuestas, tal vez el problema es que la campaña no está diseñada para difundir y debatir propuestas serias, sino para prometer y aplaudir. El discurso electoral se queda en la improvisación de ideas sin anclaje político al planteamiento de transformar alcaldías y gobernaciones para recuperar la eficiencia, la eficacia y construir ciudades más humanas donde todos podamos vivir con dignidad.
En tiempos de cambio y transformación, una campaña electoral debe partir del territorio y sus urgencias. El ciudadano debe ser convocado a deliberar para alimentar la participación protagónica con consultas abiertas y verdaderos encuentros para el codiseño democrático. Una campaña debe convertirse en instrumento para discernir sobre ideas y propuestas. El silencio puede ser funcional, no incomoda ni divide, pero tampoco compromete. Es la retórica silente del cálculo no del vínculo social y político.
Llegó la hora de dejar las promesas en pausa y abrir el debate con propuestas para un tiempo de transformación…

“No perdamos ninguna oportunidad para el diálogo constructivo, crítico, serio, argumentado, responsable, corresponsable, ético, comprometido con las ideas de cada quien, con la verdad de cada quien, con el otro, con la otra”.
Hugo Chávez

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