CASO: El ciudadano democrático y su red de círculos sociales
La interdependencia social no está reñida con la libertad. En una democracia liberal, debe existir pluralismo político, pero también solidaridad entre los ciudadanos. Nuestra realización personal necesita del prójimo, así como también la interdependencia económica es obligatoria para los países, como resultado de la globalización. Tratar de imponer la idea según la cual es necesario que el ciudadano sea independiente, porque solo así se puede alcanzar la libertad económica, destruye la cohesión social. Es cuestión, más bien, de incentivar la conformación de grupos de ciudadanos, productivos e interdependientes, para crear su capital social, individual y colectivo.
Estos círculos sociales (Simmel dixit), a su vez, al interrelacionarse conducen al tipo de sociedad democrática a la que aspiramos. De allí que por reductio ad absurdum podamos concluir que a los regímenes dictatoriales (v.gr., Cuba, Nicaragua y Venezuela) les interese evitar a todo trance la conformación de grupos de cualquier índole, pero principalmente partidos políticos, por verlos como una amenaza al statu quo. En consecuencia, cuando la construcción de capital social sea obstruida al extremo, por significar un alto riesgo para la permanencia del régimen en el poder, habrá llegado el momento oportuno de actuar, para la oposición. ¡A crear, pues, capital social!
Sin elecciones libres, transparentes y justas no puede haber democracia y punto. No obstante, es de vital importancia estar siempre listos para participar, aun no contando con las condiciones ideales. Debemos saber manejar la teoría de la intersección de los círculos sociales de Simmel: “los grupos [o círculos] sociales se superponen o se cruzan muy poco, por lo que no son muchas las personas que coinciden con conocidos, en los grupos en los cuales participan. Los diversos roles sociales o aspectos de la personalidad de un individuo se van diferenciando entre sí, de manera progresiva, por lo que pudiera sentirse libre pero aislado, al mismo tiempo” (Weil, 2024).
A pesar de ser esa una característica básica de las sociedades modernas (debido a la creciente especialización y división del trabajo), pudiera parecer una contradicción con respecto a la teoría sobre la mentalidad de rebaño: “La vida de esta época es mucho más diversificada que antes y esto se refleja en la mente de las personas como una mayor variedad de intereses y afiliaciones” (Stoetzler, 2016: 3). Cabe preguntarse, entonces, si en Venezuela será posible una transición democrática, apoyados en el contundente triunfo electoral de la oposición, el pasado 28 de julio, en las elecciones presidenciales: ¿Tendremos la capacidad organizativa para exigir el cambio?
La organización requerida para el cambio debe estar sustentada por la red de círculos sociales, creada por los ciudadanos democráticos, con apoyo de la Tecnología Social SAI. Solo con el liderazgo de María Corina Machado y el apoyo de la Red Inteligente SAI que proponemos será posible “cobrar” el triunfo electoral. Fácil no es: “cuanto mayor sea el número de grupos [círculos sociales] a los que un individuo pertenezca, más improbable será que otras personas exhiban la misma combinación de afiliaciones grupales y que estos mismos grupos puedan intersectarse otra vez, en cualquier otro individuo” (Simmel, 1955: 140). ¡No es fácil, pero tampoco imposible!
Referencias:
Simmel, G. (1955). Conflict; the web of group-affiliations.
Stoetzler, M. (2016). Intersectional individuality: Georg Simmel’s concept of the «The intersection of Social Circles» and the emancipation of women.
Weil, F. (2024). Georg Simmel’s theory of intersecting social circles. Diagram: https://www.fweil.com/s3101/SimmelCircles.pdf
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