COGITATIONIS POENAM NEMO PATITUR (Los pensamientos no delinquen)
* Pudiéramos decir que son dos vertientes que implican: una, la persecución que se hace desde la ley a la disidencia. Por ejemplo el trapo rojo que pretende que la población se trague las inhabilitaciones ilegales con el premio de seguir hundiéndonos en la miseria.
Esta expresión del latín, es sencillamente un principio del Derecho Penal. Oportuna siempre, se me ocurre, para calificar la obsesión con el poder y afán de acrobacias que en el caso de la revolución bolivariana, reiteradamente se empecina desde la operación de acciones judiciales en función de quitar del medio a quienes según su paranoico entender posean pensamientos (que al parecer el régimen logra escudriñar de un solo vistazo) relacionados a los derechos ciudadanos.
Es manifestación de la vocación totalitaria, con las que abordan sinuosidades de leyes y normativas de dudosa legitimidad, que algunos todavía persisten en negar, usando para a esos fines el escudo de las cabriolas o la explicación supuestamente “formalista” del ejercicio de la política, que no representa el clamor de la gente. Sentir, este último, a tener en cuenta cuando Venezuela y sus regiones después del 22 de octubre, han iniciado un camino más directo y de mayor firmeza en las luchas por recuperar el Estado de Derecho, la institucionalidad y el bienestar de la nación. Es la ruta obligada de las definiciones involucradas con el PENSAMIENTO de ahondar sobre las condiciones de la libertad que se centren, sin tanta argumentación “exquisita”, en el protagonismo de los ciudadanos. Son las reglas que han de cumplirse para que la representatividad no se quede en las maniobras y en la impostura, allanando, por el contrario, la esencia de la POLITICA (como Bien común) y el requerimiento de la permanente CONSTRUCCIÓN democrática moderna. Pudiéramos decir que son dos vertientes que implican: una, la persecución que se hace desde la ley a la disidencia. Por ejemplo ese trapo rojo que pretende que la población se trague las inhabilitaciones ilegales con el premio de seguir hundiéndonos en la miseria.
Los venezolanos retan esa treta y otras que como el refrendo son simples variaciones de los recursos del poder para una cúpula que se define como la interventora hasta de lo recóndito de la mente. La otra vertiente es la necesidad de enfrentar con firmeza las palabras o acciones del régimen empleadas de cualquier modo y en donde a cualquier ciudadano se le etiqueta de delinquir (poniendo a la sociedad que asuma esa “normalización”) por la crítica en defensa de los derechos constitucionales. Calificándoles de extremistas o traidores. Esto ha sido lo que los venezolanos evaluaron y decidieron con miras a impulsar el cambio. Es la propuesta de otra visión y de formas organizativas que no continúen repitiendo la nomenclatura de los fracasos o titubeos que la política caduca y obsoleta (ya no puede hablarse ni siquiera de la vieja política) evade, intentando cínicamente mantenerse siempre en primera fila.
Las consideraciones no son abstractas para el estado Bolívar. Las elecciones primarias indicaron la urgencia de otros representantes y organizaciones ciudadanas, que nada se asocien con el burocratismo y la corrupción. Se abre un capítulo importante en los esfuerzos de derrotar al modelo revolucionario, dique de contención de la calidad de vida por su incompetencia y saqueo del país. Pero también y no es menos importante, de superar la política de intereses grupales y que descarta los criterios de la lucha social. La política, tal como ocurre en Guayana, de la ritualidad sin visión trascendente.
“Los pensamientos no delinquen”, que determina que sean menester los hechos para calificar el delito. Habría que agregar, “Opera are. Loves”: Obras son amores. Que traducen el escenario actual como los actos del protagonismo de figuras y expresiones llenas de vigor del pensamiento. Esencia de la lucha cívica y democrática para las auténticas transformaciones sociales, económicas e institucionales de Venezuela.
Foto cortesía (Referencial)
OJM/ 18/11/2023.