Opinión

EL TALADRO

Conocí a mi suegro hace unos cuantos años, nuestro primer encuentro fue áspero y diplomático, me saludó con mucho respeto, pero noté en su mirada la duda y desconfianza que brinda la experiencia de los años, no era fácil digerir que su hija menor se fijara en un carajo veinticinco años mayor y que tenía más cuentos que una biblioteca infantil. Mi pasado venia antecedida por varios matrimonios, otras tantas relaciones de pareja y una decena de muchachos mal contadas, nada esperanzador para un padre que lo menos que quiere es que su caperucita caiga en las manos del lobo. Era un “zorro viejo” jubilado de la administración pública y comerciante en un ramo delicado y peligroso como la venta de licores había sido dueño y regente de varios negocios de juegos, apuestas y remates por lo que estaba curtido en la vida y conocía al dedo esa parte de lo que llamamos bajos fondos, a una persona así no le puedes meter gato por liebre y tampoco lo pretendía. Fui poco a poco entrando en su vida, receloso al principio, comenzamos a relacionarnos, tuvimos los primeros choques al saber que acérrimo Chavista y yo ultra-opositor, mi suegra tampoco ayudaba porque lo apoyaba hasta en su locuras, por lo que la tarea en principio resultaba de difícil a imposible, poco a poco fui penetrando esa coraza, un día lo encuentro tomando ron como era bastante habitual en él y rasgando un viejo cuatro en el cual entonaba todo el cancionero que podían tener cien rocolas, era un spotify de canciones de bares y puteros. Ahí fue su primer descubrimiento que nos empezó acercar, me sabia todas y más de las canciones que intentaba cantar y por más que trataba de buscar en su memoria las piezas más encondidas en su memoria de Daniel Santos o La Lupe, ahí aparecía yo tarareando la introducción o el coro de esas composiciones, no lo acompañaba tomando porque no bebo licor, pero pasaba algunas horas amargándole el examen tratando de rasparme en sus conocimientos musicales, llegando incluso a corregirlo cuando se equivocaba de interprete en alguna pieza, youtube era nuestro jurado. Un buen día me dijo de frente “¡¡Tu como que eras más putañero que yo, zapegato¡¡ que más que una sentencia, fue un halago. Se podrán imaginar quien quiere al lado de su hija un hombre con esos antecedentes. Pero poco a poco nos fuimos conociendo y queriendo, para terminar de joderlo le regale la nieta más linda que se podía imaginar y ahí si lo termine de joder, lo que no habían conseguido los hijos lo conseguí con mi ´carácter y a punta de chistes y de bromas como es mi costumbre, llegó a conocer todo mi repertorio de chistas que no son pocos y repetía en reuniones los que más le gustaban. Un día le pregunto si tiene un taladro que me preste y me saca un clásico que me dejó perplejo, un viejo modelo Black and Decker de cubierta metálica plateada que parecía de la primera guerra mundial, me cague de la risa en su cara diciéndole que esa antigüedad no abriría un hueco ni en mantequilla caliente y me dijo que lo probara y no hablara tanta paja, resultó ser el único que podía perforar una pared de mi casa construida de concreto armado, por una de sus rendijas laterales votaba un chorrito de chispas azules y perforaba lo que tuviese por delante, me enamore de esa antigüedad, pero de tantas cosas que me regaló, era lo único que reclamaba con persistencia ¿Desocupaste el taladro? Me preguntaba seguidamente, por lo que debía devolverlo rápidamente, un día jodiendo le dije, el día que te mueras lo primero que voy a venir a buscar es el taladro con todas las herramientas, que tus hijos peleen por casa y camioneta, pero esos hierros son míos, a lo que asintió con una sonrisa burlona, repicando ¡¡Si me voy primero que tu huevon, que tu no eres inmortal¡¡ Bueno si se fue, penosamente hace pocos días falleció bajo nuestro cuidado y cari…

Deja una respuesta