Opinión

LA CUENTA REGRESIVA DEL “GENDARME DEL PLANETA”

El 2 de octubre, el presidente Donald Trump notificó al Congreso de Estados Unidos que ha iniciado un Conflicto Armado No Internacional (CANI) contra supuestos carteles del narcotráfico, invocando la Ley de Poderes de Guerra de 1973. Esta figura jurídica le otorga 60 días de acción militar sin Autorización Legislativa, con posibilidad de prórroga de 30 días. El primer lapso vence el 1° de diciembre y la prórroga culminaría el 31 de diciembre de 2025. Pero esta no es una guerra contra carteles. Es una guerra contra el principio de soberanía, contra el Derecho Internacional Público, contra Venezuela y contra la paz. Es una nueva agresión del “Gendarme del Planeta”.
Donald Trump ha declarado a los presuntos narcotraficantes como “Combatientes Ilegales”, lo que permite el uso de fuerza letal sin juicio previo. Estos vericuetos jurídicos conllevan a una raída reinterpretación del Derecho Internacional Público y convierte a Venezuela en “blanco inmediato” de operaciones militares, sin necesidad de declarar una guerra formal. El Congreso rechazó la propuesta demócrata para frenar esta escalada, mientras el Departamento de Justicia respaldó la agresión. La diplomacia fue clausurada. La legalidad fue reconfigurada y el Caribe se convirtió en tablero de guerra.
La derrota parlamentaria de los demócratas no fue solo un revés político. Se convirtió, en la práctica, en una Autorización Legislativa indirecta para que el Poder Ejecutivo avance en su agresión militar. Al no prosperar la ley que buscaba frenar a Trump, el Congreso dejó el camino despejado para que la maquinaria bélica se active sin contrapesos institucionales. La omisión se transforma en complicidad. El silencio, en habilitación.
Ante esta amenaza, Venezuela solicitó una reunión urgente del Consejo de Seguridad de la ONU donde denunció una grave amenaza a la paz regional y no hubo ninguna decisión. Se han activado protocolos de defensa, reforzado las fronteras y profundizado la preparación militar. No se trata solo de defensa territorial. Se trata de defender el derecho de los pueblos a existir sin tutela imperial. Se trata de resistir la narrativa que convierte a América Latina en zona de sacrificio para los intereses hegemónicos de EEUU.
Este comportamiento como “Gendarme del Planeta” no es nuevo. Se repite cada vez que un país decide ejercer su soberanía sobre recursos estratégicos. En este caso, el petróleo venezolano vuelve a ser el botín oculto detrás de la retórica antidrogas. La agresión no responde a una amenaza real, sino a una ambición energética. Bajo el disfraz de legalidad, se esconde la vieja doctrina del saqueo. Y bajo el discurso de Seguridad Hemisférica, se activan las acciones de intervención.
La cuenta regresiva está en marcha. El 1° de diciembre marca el fin del primer lapso de acción militar sin Autorización Legislativa. Hasta el 31 de diciembre podría consolidarse una incursión terrestre. ¿Intervendrá la ONU para frenar la escalada o legitimará el enfoque de supuesta “Seguridad Hemisférica”? ¿Se activarán los mecanismos multilaterales o se impondrá el silencio cómplice ante una nueva agresión?
No es una guerra contra el narcotráfico. Es una guerra contra el derecho a disentir del modelo hegemónico. No es una operación legal. Es una reinterpretación imperial del Derecho Internacional para justificar la violencia. No es una amenaza aislada. Es parte de una doctrina de intervención que se reactiva cada vez que América Latina decide caminar por sí misma.
El “Gendarme del Planeta” está hablando. No con diplomacia, sino con buques, leyes torcidas y ultimátum. Los hechos anuncian una cuenta regresiva. Venezuela no solo enfrenta una amenaza militar. Enfrenta el intento de borrar su soberanía bajo el disfraz de legalidad. Pero cada pueblo que resiste, cada voz que denuncia, cada símbolo que se levanta es una trinchera contra la agresión y en defensa de la Soberanía Nacional.

“El reto de la modernidad es vivir
sin ilusiones y sin desilusionarse”. Antonio Gramsci

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