Voces Que Impactan, un análisis Crítico

Por el Abg Carlos Rodríguez
La coyuntura geopolítica actual es de una seriedad ineludible.
La humanidad se encuentra en un clima de tensión global que, lejos de ser un juego, amenaza la estabilidad y la integridad de las naciones. Es con profunda preocupación que observamos cómo ciertos actores políticos nacionales, imbuidos de un animus hostil y sin calibrar las implicaciones de sus acciones, instan a la intervención de agentes foráneos en nuestros asuntos internos.
La Peligrosa Apología de la Intervención Externa
Resulta particularmente alarmante la reciente declaración del Ministro del Interior, quien ha aludido a la existencia de individuos que supuestamente proveen coordenadas de instalaciones críticas. Como ciudadano venezolano, y anticipando las críticas de detractores, me pregunto: ¿acaso estos promotores de la intervención comprenden la magnitud de las repercusiones que tales acciones podrían acarrear para la sociedad venezolana? La irresponsabilidad política ha escalado a un nivel crítico, adentrándonos en un sendero sumamente peligroso.
Una guerra es, per se, un asunto de gravísimas proporciones.
Una intervención extranjera, por su parte, es una operación de alta complejidad y delicadeza.
Es fundamental entender que ningún ejército externo distingue entre matices ideológicos o afiliaciones políticas; las consecuencias de la acción bélica son indiscriminadas. Las bombas y las balas no tienen color ni ideología, y sus víctimas, lamentablemente, serían ciudadanos venezolanos inocentes.
La historia nos ha enseñado, ad nauseam, que ningún país ha alcanzado la verdadera emancipación ni la prosperidad bajo el yugo de una intervención internacional o inmerso en conflictos bélicos prolongados. El caso de Ucrania es un ejemplo paradigmático: a pesar de la ayuda recibida, se enfrenta a la potencial cesión de una porción significativa de su soberanía económica. Exigir la intervención de fuerzas internacionales en Venezuela es, a todas luces, un acto de inmensa irresponsabilidad, una falta de previsión estratégica que raya en lo temerario
Hacia una Política de Reconciliación y Autodeterminación
Estas consideraciones nos urgen a reinventar el paradigma político en Venezuela. Es imperativo construir, en el ámbito de las ideas y el pensamiento crítico, soluciones viables y endógenas que sirvan como un bálsamo para nuestros conciudadanos. Debemos asumir con madurez que la cultura de la polarización y el odio ha conducido a Venezuela a un impasse. Ha llegado el momento de la paz social, del entendimiento mutuo, del diálogo constructivo y de la convivencia civilizada.
Es crucial que nos reconozcamos como venezolanos, con nuestras diferencias, y que cada uno aporte positivamente para el progreso de la nación. Las explosiones y los proyectiles carecen de afiliación política o estatus social; considerar siquiera una acción de este tipo contra los ciudadanos venezolanos es profundamente irresponsable. La crisis interna de Venezuela debe ser resuelta por los propios venezolanos, utilizando la herramienta fundamental de la democracia: el voto.
No podemos permitir que el país sea arrastrado por un camino sin retorno, donde los egos desmedidos y la sed insaciable de poder de algunos actores amenazan con perpetrar el peor error imaginable para el pueblo venezolano.
Reflexión Final: Integridad ante la Adversidad
Estoy consciente de que esta perspectiva, por su naturaleza crítica y personal, será objeto de descalificaciones y vilipendios. Algunos se dedican a tal fin. Recientemente, ciertos individuos a quienes podría catalogar como «chatarreros de la política» intentaron desacreditarme. Sin embargo, sus críticas no hacen sino otorgarme un certificado de ética e integridad ante la sociedad.
